El cerebro y la música: buscando reglas universales – Parte 2

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¿Por qué las escalas musicales?

Los seres humanos somos capaces de escuchar un gran número de tonos, unos 240 intervalos tonales en una octava y, en principio, hay millones de formas de agruparlos. Aún considerando sólo 7 intervalos, hay miles de escalas posibles. Sin embargo, sólo existen un número relativamente pequeño de escalas, generalmente compuestos por cinco o siete tonos. Los tonos musicales se organizan en elementos discretos o escalas en las más diversas culturas. ¿Por qué? ¿Es una mera convención o hay una razón biológica para esta regularidad?

Dale Purves ha comparado las escalas musicales y la vocalización humana en varias culturas y ha hecho una observación muy interesante. Resulta que los intervalos de la escala cromática ( los 12 intervalos tonales) se corresponden con los picos de potencia relativa en el espectro normalizado de vocalizaciones humanas (Schwartz et al., 2003; ver también Schwartz y Purves, 2004). En otras palabras, al hablar, no importa en qué lengua, nuestro tracto vocal usa ciertas frecuencias más que otras, y resulta que esas frecuencias son precisamente las de las notas de la escala cromática. Es decir, las escalas están formadas por las notas dominantes de nuestro habla, las que son comunes a todos, porque aún siendo tan diferentes para nosotros las diferentes formas de hablar, nuestras laringes se parecen más de lo que imaginamos. La hipótesis es por tanto que la atracción de las escalas depende de que su estructura armónica deriva de las propiedades del lenguaje y del hecho de compartir un tracto vocal común.

Otra constante es el del uso de un número limitado de notas en una escala. Es interesante que las culturas musicales melódicas extienden el número de notas utilizadas en contra de las tradiciones armónicas, que limitan los intervalos tonales. La música es fugaz, se desvanece, y sólo tenemos de ella unos instantes en los que percibimos y hacemos conjeturas sobre los sonidos que acaban de ocurrir y los que ocurrirán. En efecto, la percepción de la música requiere de la llamada memoria de trabajo o memoria operativa, así como de un almacenaje de regularidades sintácticas, de significados, de un léxico musical de timbres, contornos melódicos, frases y piezas musicales. La memoria de trabajo es aquella con la que operamos instante tras instante en nuestras vidas, con la que almacenamos temporalmente aquello que estamos usando en un momento determinado, pero que tenemos que ignorar al momento siguiente. La música es un enorme ejercicio de memoria temporal, una especie de deporte cerebral como el baloncesto o el golf pueden serlo para nuestro sistema muscular.

Ahora bien, la memoria de trabajo es capaz de almacenar un número limitado de datos de manera simultánea, se calcula que aproximadamente unos siete u ocho objetos (en nuestro caso tonos). Esta limitación opera entonces como un condicionante para la estructura musical, particularmente para la armonía que de esta manera está obligada a manejar un número limitado de notas que puedan ser reconocibles de manera simultánea por nuestra memoria operativa. Sandra Trehub acuñó el término principio del intervalo desigual para la consonancia que se obtiene con saltos de varios semitonos en la música occidental y proporciona al oyente la sensación de la ubicación, siendo además accesible a la memoria de trabajo.

Un ejemplo de la eficacia de entender este principio es el éxito de las variaciones o las cadenzas, que fijan un número limitado de tonos para elaborar variantes armónicas o melódicas. Con ello se logra facilitar el reconocimiento de una cierta melodía o en su caso unos acordes, a la vez que se modifican constantemente. Las variaciones son así exploraciones cautelosas que consiguen crear un esquema manejable por nuestra memoria a corto plazo y atraer el interés de nuestro cerebro por descubrir la novedad (el cerebro se aburre con la repetición, ha evolucionado para reaccionar ante los cambios ambientales). En cierto modo, este principio está en la naturaleza del arte, variar sobre esquemas conocidos. Por tanto, la idea es que la generalización del uso de las escalas con un número limitado de notas puede estar relacionada más con las propiedades innatas del procesamiento perceptual que con la familiaridad (la cultura).

Fuente: https://lasneurocienciasylasletras.blog/2018/02/22/el-cerebro-y-la-musica-buscando-reglas-universales/

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