Uno podría pensar que al usarse un auxiliar auditivo correctamente seleccionado, calibrado y adaptado, la audición volverá a ser la misma que antes, como cuando no existía aún pérdida de audición. Nada más alejado de la realidad.
Es innegable que los auxiliares auditivos de hoy pueden procesar casi instantáneamente el sonido de maneras antes impensables, permitiendo al usuario comprender muy satisfactoriamente lo que se le dice y lo que ocurre a su alrededor. Sin embargo, la nítida y completa percepción del sonido que alcanza un oído sano no la alcanza el más moderno dispositivo auditivo actual, por sofisticado que éste sea.
Dicho de otra manera: El usuario debe partir del hecho de que su pérdida de audición no se va a solventar completamente con el uso de su auxiliar auditivo, por lo que deberá concientizarse de que no volverá a oír perfectamente.
Se espera que un auxiliar auditivo ajustado apropiadamente hará lo siguiente:
- Amplifica los sonidos a un nivel donde el usuario pueda escucharlos.
- Sea ajustado de acuerdo a la pérdida auditiva del usuario, tomando en consideración qué frecuencias necesitan más volumen para que éste las pueda escuchar.
- Sea diseñado para ser usado cómodamente y a la misma vez sea resistente.
- Sea lo suficientemente potente para que sea efectivo, pero que elimine ruidos excesivos que puedan causar más daño a la audición (Northern & Downs, 1984).
Consideraciones especiales cuando el usuario en un menor
La selección de un auxiliar auditivo debe ser un proceso que envuelva a un equipo de personas dirigidos por un audiólogo. Este equipo debe incluir a un otorrinolaringólogo y por supuesto a los padres. Este esfuerzo conjunto debe resultar en la mejor selección y calibración posible de un auxiliar auditivo.
Fuente: https://ncbegin.org/es/auxiliares-auditivos/